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Nacido en 1937 en San Pedro de Jujuy, Argentina, Raúl Dorra reside desde 1976 en México, año en que se incorporó a la Universidad Autónoma de Puebla, institución en la que sigue desarrollando sus actividades y en la que, en 1998, fundó el Programa de Semiótica y Estudios de la Significación, del cual es director. Es además miembro del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel III, y miembro de la Academia Mexicana de Ciencias.
El centro de su interés ha sido desde un primer momento el lenguaje poético cuyo estudio lo internó en una deriva que ha reunido la experiencia sensible con la aproximación inteligible a esta manera, fundamental e imprescindible, de dar forma al habla. Siguiendo esa deriva ha indagado en los procesos fónico-fonológicos, en las transformaciones semánticas y en los fenómenos sintácticos del verso, así como en la distribución espacial de las grafías sobre la página. Convencido de que los núcleos fuertes del lenguaje poético aparecen con mayor nitidez y concentración en la lírica de tradición oral, ha dedicado a este género gran parte de sus análisis y meditaciones en busca de las semejanzas, las diferencias y las zonas de contacto entre un tipo de poesía cuyo contexto es la oralidad y otro cuyo contexto es la escritura.
Este interés originario lo ha conducido naturalmente a interesarse por el conocimiento de disciplinas o ámbitos del saber que, teniendo sus propios objetivos, sirven al mismo tiempo para un mayor acercamiento a los procesos poéticos: a la oralidad y la escritura, a la retórica clásica -es decir la retórica como reflexión y práctica de la composición general del discurso tanto como de su exposición- y a la neorretórica entendida como el estudio de la producción de figuras; también, desde luego, a la clasificación y el análisis del discurso, al estudio las marcas del sujeto en el lenguaje -esto es: la emergencia de la enunciación-, y a la formación del estilo. Este orgánico conjunto de preocupaciones encontró un ámbito especialmente propicio en el desarrollo de la disciplina semiótica, sobre todo a partir de las propuestas formuladas por Greimas en su libro De l'imperfection, obra donde aparece de una manera diríase programática la necesidad de ocuparse de los aspectos sensibles de la relación del sujeto con el mundo. Dicha relación, alimentada por las perplejidades del encuentro-desencuentro con la mismidad y la otredad conducen a la experiencia del mundo -o de un mundo- en el cual el cuerpo se disuelve y reconstruye. En este sentido el trabajo reflexivo de Dorra se consolida en un tema que desde el comienzo estaba implícito en su interés por la poesía: la función central del cuerpo, comenzando por sus ritmos primarios (la respiración, el latido) hasta abarcar ese arco de fronteras móviles que reúne el sentir y el percibir como formas de autoconstitución y de intercambio con el mundo. El sujeto de la enunciación que modula al sujeto de la percepción da lugar al estudio de la experiencia estésica y, por ese camino, al fenómeno estético como diseño de la experiencia y como estado de conjunción del sujeto con lo que viene a él -o con aquello que lo reclama.
El cuadro temático aquí esbozado está expuesto en la serie de ensayos y de libros que lleva publicados (actualmente redacta el tercer tomo de una trilogía titulada: Materiales sensibles del sentido), y también de algún modo se continúa en sus narraciones literarias. En efecto, de manera paralela a su obra de investigador, Dorra ha ido desarrollando una obra de escritor de ficciones en las que, según él se ilusiona, la literatura se autoescribe.